o Gasol, o Baryshnikov, o Serena Williams y seas famoso/a y nos quites a todos de trabajar y pagues la hipoteca.
Esto suena a la típica broma que hacemos los padres cuando los peques empiezan a practicar deporte, destaquen o no. Y en la mayoría de los casos es una broma. Pero hay un pequeño grupúsculo de padres que no, que lo dicen muy en serio. Que desde la más tierna infancia creen que la pierna izquierda de su hija o el brazo derecho de su hijo están destinados a la gloria de las portadas deportivas.
Suelen coincidir con los que más gritan en los eventos deportivos. No los que más animan, ojo, los que más gritan: al árbitro, al otro equipo, a los otros padres o incluso a su propio hijo. Que se ponen violentos sin considerar en el ejemplo que dan al resto de niños. Que olvidan que el deporte escolar tiene por máximo objeto obtener valores. De trabajo en equipo, de humildad, de esfuerzo, autoestima, responsabilidad. Que la competitividad mal entendida puede ser muy dañina y más a estas edades.
Estamos hablando de individuos que no dudan en proferir insultos racistas o machistas a cualquiera que interfiera en su objetivo: ganar a toda costa. Probablemente humillando a ese/a niño/a que desearía que se le tragase la tierra en ese momento, pero que recibe esa carga en su subconsciente. Por tanto será más fácil que repita siendo adulto/a ese comportamiento. Esos padres para los que lo importante no es participar, si no que su hijo/a esté siempre en el equipo ganador. En la primera fila del escenario. En la última competición por el trofeo.
Si hay suerte y al frente del equipo o clase hay un buen entrenador o profesor, sabrá parar los pies en la medida de lo posible a estos padres. Y trabajar porque cada niño consiga su espacio en la actividad. Si hay mala suerte, el entrenador/a puede llegar a ser un enemigo más, endiosado en su puesto. Dispuesto a marginar a cuanto niño/a no cumpla sus criterios de calidad.
¿En qué momento el deporte escolar se convirtió en todo esto?
¿Cuántas frustraciones proyectan sobre sus hijos estas personas y cuánto daño pueden llegar a hacer?
No estamos hablando de deporte profesional, sino de una actividad infantil más. Igual que si mandamos al niño a dibujo no pretendemos que salga hecho El Greco. O si va a un cuentacuentos se convierta en Dickens.
¿O quizá si?
¿Os habéis encontrado con algún caso de estos en vuestro entorno?
16 Comentarios
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Genial post!!! Y no puede ser más certera la reflexión!!!
Son deportes infantiles!! Y son niños los que se ven abocados a esos comportamientos neardentales de sus padres… Penita de mundo en el que nos movemos!!
Olé mi niña, pedazo de post, como siempre!!!!
gracias preciosa!!
Muy buen post Sonia
Un besote
gracias reina
Uffff montones de veces presencié cosas así cuando mi hermano jugaba al fútbol de pequeño, padres frustrados que buscan es sus hijos alimentar las carencias que tienen. Me tocó también un día observar a un padre que mientras andaba con su hijo le reprochaba ser tan vago al jugar, que no era nadie, que no valía para nada, me quedé helada, pude intervenir? Tal vez, pero el energúmeno este me preocupaba más yendo con mis bbs. En fin siempre son los hijos los que pagan las atrocidades de mis padres. Maravilloso post guapísima y lo comparto para que llegue más lejos!!
Gracias, la verdad es que es un pena que se empañe así algo que puede ser tan bonito