Cuando la discapacitada fui yo forma parte del carnaval organizado por Blogdads con su campaña #ConvergenciaSolidaria . A beneficio de la Fundación Gil Gayarre, una entidad sin ánimo de lucro que busca construir una sociedad inclusiva, que nos libere de etiquetas y prejuicios, integrando a las personas con discapacidad intelectual.
Hace años, en la universidad, me apunté a voluntariado universitario. Siempre había querido hacer algo así y me pareció el momento. Como tantas cosas en la vida, el voluntariado es algo que también tendemos a idealizar. No sé si me imaginaba acunando bebés o plantando árboles en un entorno bucólico. Pero la realidad fue otra. Me destinaron a apoyo a la alfabetización de un grupo. De un grupo de discapacitados psíquicos en gran riesgo de exclusión. Esto último debido a que pertenecían a esas capas «ocultas» de la población. Los de menos recursos, en uno de los peores barrios de mi ciudad.
El primer día mi sensación fue de miedo y desconcierto. Era un grupo variado, de mujeres y hombres, muchos con bastantes más años que yo. Diversos trastornos, desde síndrome de Down, esquizofrenias no atendidas, autismos severos… Una miscelánea de discapacidades intelectuales con un transfondo de pobreza y exclusión de la sociedad muy fuerte. Al frente, Charo, la mujer más generosa que he conocido nunca. Voluntaria. Había conseguido un espacio cedido por el Ayto en un centro cultural. Y una trabajadora social para que la ayudase. Allí, a veces, hasta aseaba y daba de comer a los que en su casa no recibían ningún tipo de cuidado. Si la sociedad de por si aparta a estas personas, imaginad cuando es su propia familia la que lo hace.
Teníamos un caso terrible. El de una chica a la que sus padres habían tenido encerrada en una habitación años. Tenía un gran retraso madurativo aparte de no conocer exactamente su diagnóstico. Con mucha paciencia, Charo consiguió que los padres accedieran a llevarla allí y empezar de cero con ella, como si fuese un bebé. Pero había diferentes grados, también los había que hacían cuentas más rápido que yo o tenían pasión por la música.
Mi labor consistía en ayudar con la lectura y la escritura. Y a eso me dediqué durante aquel curso. Aprendí, como decía en el título, que la discapacitada había sido yo. Por juzgar. Por tener miedo a lo desconocido. Por haberme creído superior. Durante aquel año escuché, reí, pasé malos ratos ante algunas situaciones, pero sobre todo perdí el miedo. Entendí que algo tan simple como que se les devolviera el saludo les hacía felices. Que había días que nadie les dirigía la palabra. Y si lo hacía ellos primero recibían miradas de rechazo. Que a veces intentaban decirle algo a un bebé o niño pequeño y los padres se iban corriendo con él. Aprendí lo que les dolía el rechazo.
Que querían hacer cosas. Siempre deseosos de aprender. Algunos consiguieron algún trabajo en talleres inclusivos. De vez en cuando te traían una libreta hecha por ellos con gran orgullo y cariño.
La inclusión no es ninguna caridad. Es un derecho que tienen como personas que son. A ser independientes, a llevar una vida como tú y como yo. A sentirse bien y útiles en una sociedad que no los desprecie.
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16 Comentarios
Me gusta mucho la iniciativa y personalmente pienso que tienes gran corazón.
Qué razón tienes, no es caridad. Es un derecho del que casi nos olvidamos cuando son personas con un gran potencial y mucho que dar y que ofrecer. Los discapacitados somos nosotros por no verlo.
Guau! Impactada en el corazón. Como me he acordado de mi amiga Mari Cruz que siwmpre ha pasado los veranos ayudando a esta gente y es que para eso hay que tener algo especial, tener mas sensibilidad que los humanos de a pie. Sois muy grandes y estas personas se merecen mucha mas gente como vosotras. Un abrazo y gracias
Madre mia que gran corazón tienes, yo siempre digo que «tengo que…», » a ver si…»… pero luego nunca hago nada, algo me lo impide, creo que no sería capaz, no lo se.
Es que el voluntariado es muy gratificante. Yo he estado varios años colaborando con varias asociaciones de la tercera edad y en el colegio también porque había un grupo de apoyo y la verdad es que aprendía más de ellos que ellos de mi.
Gran iniciativa!!
Que iniciativa para más gratificante. Voluntariado no hago, pero me gustaría , lo que hago son regalos por navidad, recolectar juguetes, ropa en buen estado para los niños refugiados. Pero tienes tanta razón, ellos no están discapacitados, somos nosotros los discapacitados para dar amor, cariño hacia ellos, no nos lo enseñan desde pequeños, al contrario nos enseñan a temer, a ignorar , a no ver….esto tendría que cambiar. Gracias por compartirlo.
yo he hecho algunos voluntariados en hogares: pintando, acompañando, repartiendo regalos, organizando cosas, y la verdad siempre me ha impresionado la experiencia pero me ha llenado el corazón poder ayudar.
Que gran iniciativa, me has emocionado
Me encanta la iniciativa y dice mucho de ti que fueras voluntaria; creo que para ser voluntaria con este tipo de proyectos hay que estar hecho de una pasta especial; un abrazo bien fuerte
Que gran iniciativa….. Muy fan de gente como tu, muy fan de todos los que dedican su tiempo a ayudar al resto sin pedir nada a cambio, aunque recibimos mas de lo que damos. Me ha encantado!!
Hablo mucho de ti, eres una gran persona y cierto es que con esa bondad se nace ¡Gracias! En nombre de todos a los que ayudas, incluso a los q ayudas cuando te leen!
No sabía que habías sido voluntaria, me imagino lo duro y a la vez lo gratificante. Gran aportación amiga
He sido voluntaria hasta que fui madre y ya no me da la vida jajaja
Siempre me maravilla ver a los voluntarios. Siempre pienso que sería incapaz de hacerlo. Tiene que ser muy duro pero a la vez reconfortante ver cómo avanzan, cómo aprenden y evolucionan. Una historia preciosa
La verdad es que hubo momentos malos, de los de no querer volver…pero fue una experiencia increíble para la vida.
Hay voluntariados de todo tipo y para todas las personas, si alguna vez te animas cualquier ayuda es buena.