Carta a una pediatra

Señora pediatra que se encontraba de guardia ayer tarde en el C.S.Legazpi, soy yo, la mamá que llevaba un bebé de  18 meses en brazos ardiendo de fiebre y usted se negó a atender. Le voy a contar como fue nuestro día de ayer, ya que dudo mucho que sea capaz de ponerse en el lugar de nadie.

Pitufona amaneció con algo de fiebre. Le dimos un anti-térmico y esperamos a ver como evolucionaba. Pasó la mañana con frecuentes picos de fiebre de 39 y 39.5. No quería comer y estaba apática. El efecto del anti-térmico no lograba bajarle la fiebre y lloraba de dolor, para nosotros de procedencia desconocida. Ante esta situación me acerqué a mi C.S.Cáceres aún sabiendo que por la tarde no hay servicio de pediatría.

Respuesta ante las peticiones de más pediatras de la Comunidad de Madrid

Por protocolo, debemos pasar por allí, esperar que nos atienda un médico de familia, el cual decide si nos deriva al servicio de pediatría de su centro si lo considera necesario. Así lo hice, con 38º en la calle llevé a mi bebé primero a ese centro y luego, tras la decisión de la doctora de derivarnos por la temperatura y situación de la pequeña, me encaminé hasta su centro de salud.

Fui a recepción, esperé la cola de turno y me asignaron su consulta tras leer el volante que llevaba. En la sala de espera no había mucha gente. Había tres pediatras atendiendo, aunque usted era la que más gente acumulaba (tampoco excesiva, habría tres pacientes esperando). Una de las veces que salió a pasar lista le pregunté si le habían comunicado que estábamos allí, sin exigencias, con educación, pese a que ya llevábamos allí un buen rato y mi niña ardía de fiebre nuevamente.

Y entonces sucedió. Usted con una falta de respeto total hacia  mi hija y hacia mí, respondió que si, que la habían avisado pero no pensaba atenderme. Presa del asombro le enseñé el volante e intenté explicarle la situación. Usted no escuchaba, se dedicó durante un rato (en el que hubiera podido revisar a mi niña) a montar un pollo en la sala de espera diciendo que yo no tenía cita, que mi niña no era de aquel centro siquiera, que aquel no era un centro de urgencias (falso) y que lo que tenía que hacer era irme a casa,dar un anti-térmico a mi hija y esperar a la tarde siguiente a mi pediatra habitual.

Y que si no era capaz de esperarme me fuese al hospital. Una vez más, intenté intervenir, haciéndole ver que las urgencias ambulatorias están para este tipo de urgencias menores, y los hospitales para las grandes. Volvió a negarse a ver a la niña.

Al borde del llanto por la tensión del momento me dirigí a recepción a poner una reclamación ante el asombro de las trabajadoras que no entendían que estaba pasando. Ahora me arrepiento de no haber llamado a la policía en aquel mismo momento, pero mi prioridad era mi hija y estaba llorando por tanto ajetreo.

Señora pediatra, cuando acudo a un servicio de urgencias por una fiebre mantenida de 39.5 y sin causa aparente voy con lo más preciado que tengo, mis hijos, y los pongo en sus manos. Que usted ayer se negara a verla, ignorando si la niña pudiera tener algo de consideración (porque sin revisarla quien le dice a usted que no era algo de gravedad) no solo es ilegal, es inhumano y contrario a su profesión que tanto admiro y respeto.

Afortunadamente señora, es usted una excepción. La mala suerte es que ayer se cruzó en mi camino.

Pd: sé que le importa un pepino, pero mi niña está bien, tiemblo de pensar que hubiera pasado si de verdad hubiese sido algo de importancia.