Hoy me recordaban en twitter el post que escribí cuando empezaba el cole y de repente me ha entrado una sensación de nostalgia, pero de la buena, que también existe. Piticli empezó el curso siendo un bebé. Si, aún no tenía los 3 años y yo lo veía pequeñito en comparación con el resto de la mayoría de compañeros de clase. El proceso de adaptación fue pesado, pero para nosotros los padres, él venía super contento de las cosas que hacía. Con su nueva clase, los nuevos juguetes y su profe.
Este primer año ha sido muy intenso y sorprendente. El cambió de la guardería al cole es brutal en muchos aspectos. Uno de los cambios más significativos es el lenguaje: hemos pasado de hablar casi con monosílabos o frases muy cortitas, a ser un parlanchín inagotable. Por supuesto hemos pasado por la época del ¿por qué? hasta quedar agotados dentro del bucle infinito.
Una de las cosas que más me emocionan cuando pienso en los cambios de este año es que ahora, cuando volvemos del cole, hablamos. Puede sonar tonto, pero ¡mantengo conversaciones con mi hijo! Y aún a día de hoy es algo que me sorprende. Porque hasta hace poco la «conversación» era unidireccional, yo le hablaba y él me escuchaba (o pasaba de mí, según).
A veces no es tan divertido
pero en general me encanta hablar con esta personita en que se ha convertido. Aparte de mucho vocabulario, canciones y algún que otro taco (ejem, ejem) también ha desarrollado otras habilidades como cortar, pegar, pintar mejor. Identificar muchas situaciones de la vida cotidiana y aprender a desenvolverse en otras.
Hemos tenido nuestros primeros «conflictos» cuando algún niño no ha querido jugar con él. O cuando él ha sido el que se ha portado mal con otro niño. Hemos tenido charlas acerca de la empatía, del bien y del mal. Y de lo importante que es conservar un buen ambiente en clase: Que no es necesario ser los mejores amigos del mundo pero si compañeros. También hemos sudado lo nuestro al enfrentarnos a estas situaciones, no os lo vamos a negar. Y sabemos que irá poniéndose más y más difícil.
Gracias a los juegos en grupo también vamos perdiendo el miedo a hacer cosas nuevas. Sobre todo de tipo físico (saltos, carreras locas, trepar). Y gracias al buen hacer del comedor y estar acompañado de sus amigos comemos y probamos cosas nuevas. Incluyendo más frutas y verduras. ¡Hasta lechuga!
Terminamos el curso con una mezcla de alegría por lo bien que lo ha pasado y tristeza por lo pronto que ha pasado. Pero el año que viene nos espera otra apasionante aventura, mientras, disfrutaremos del verano.
*Todas las ilustraciones que adornan el post son del genial Jeffrey Brown.
5 Comentarios
Es verdad, pasa muy rápido y el progreso que experimentan en brutal. Me alegro mucho de que Piticli haya evolucionado tanto. Buen verano!
ay, me tranquiliza oír estas cositas, que la mía empieza el cole en septiembre, y estoy con el trauma del fin de la guarde y los miedos típicos a lo desconocido que nos viene, supongo.. bss!
No te dejes contagiar por los demás, de verdad que lo habitual es que los niños vayan encantados y si ha ido a guarde más fácil aún.
Oh como entiendo lo que escribes!!! Pero al igual que tu puedo decir que el balance del primer año del cole es muy bueno! !!
Cuanto me alegro!!!